El
pasado día 11 de Mayo de 2013 tuvo lugar otro año más la carrera
de la Legión, los 101 Km de Ronda XVI edición, y otro año más me
enfrentaba a intentar llegar a meta. La carrera discurre por la
serranía de Ronda, uniendo los municipios de Ronda, Arriate, Alcalá
del Valle, Setenil de las Bodegas, Montejaque y Benaoján
discurriendo por un paisaje realmente maravilloso.
El
previo a la carrera (aunque el verdadero previo son varios meses de
entrenamiento) comenzaba el viernes día 10 de Mayo por la mañana;
había que preparar las cosas, las mochilas con todo lo necesario
para la carrera y no olvidar nada. La primera recogida de mochila la
tenemos en Setenil de las Bodegas (km 58), este punto es donde
debemos incluir el frontal ya que el paso aproximado por este punto
es sobre las 19:30 o 20:00 de la tarde, más adelante se vendrá la
noche encima, y el siguiente punto de recogida de material (Cuartel
de la Legión en el km 77) ya quedaría muy lejos.
Para
la primera parada considero lo necesario y cargo la mochila con
frontal , calcetines, mallas cortas y camiseta, pilas para el
frontal, vaselina, barritas de cereales y energéticas, plátano gel,
ibuprofeno y sandwich.
Para
la segunda parada incluyo mallas térmicas, calcetines, camiseta de
manga larga, barritas de cereales y energéticas, plátano, sobres de
frutas, vaselina, otro frontal y más pilas de repuesto, sandwich y
bastones.
El
viernes por la tarde marcho hacia Ronda, primeros atascos a la
entrada a la ciudad, pero ya cojo mi atajo para llegar al
polideportivo. Antes de nada, hay que coger el sitio para dormir en
el polideportivo. Vuelvo al coche a recoger las cosas , dejo las
mochilas preparadas en los camiones para que las lleven al punto de
avituallamiento y me ubico en el pabellón, mi colchón hinchable, mi
almohadita, mi toalla, lo dejo todo preparado y ya listo para dar una
paseo para estirar las piernas.
Doy
un paseo por Ronda para a ver el ambiente, y al poco me avisa el
resto de visueños que se presentan a la prueba, indicando que ya
estaban llegando. Nos encontramos en el polideportivo y nos vamos
todos juntos para la "cena de la pasta".
Una
vez cenamos nos vamos de vuelta al polideportivo a dormir, o
intentarlo. Entre los nervios, la cantidad de gente, algunos
tosiendo, otros pasando para el baño, otros que no pueden dormir,
otros que roncan a pierna suelta, y para colmo me toca justo al lado
mío, la noche se hace eterna y los desvelos son múltiples. A las 8
de la mañana toca diana el legionario de turno y todos en planta.
Nos
levantamos y vamos a desayunar todos juntos, baguette de jamón y
zumito de piña, hay que echarle gasolina a la máquina, jeje. Alguno
que otro lo acompaña con una copita de aguardiente, y seguidamente
recogemos el material y nos dirijimos hacia el otro polideportivo,
desde donde sale la carrera.
Control
de pasaporte para acceder a la pista, discurso y salida de los
ciclistas y duatletas. Finalmente es nuestro turno. Comezamos a
correr, la salida es prácticamente en cuesta, premonición de lo que
nos espera más adelante.
Comenzamos
a trotar y empezar a sudar por las calles de Ronda, mucho ánimo por
parte del pueblo. Al poco ya salimos del pueblo y nos adentramos en
el campo. Bellísimo paisaje, y caluroso el día que nos tocaba.
Llegan las primeras cuestas y aunque el cuerpo está fuerte, hay que
guardar fuerzas porque no son sólo una las cuestas que debemos
subir, vendrán muchas más y más duras. Cojo la estrategia de
correr en llano, y a la hora de enfrentarme a una subida, alargar los
llanos hasta adentrarme un poco en las cuestas, y subirlas andando
una vez que ya empiecen a picar. Es muy importante llevar paso corto
mientras se suben las cuestas, hay que tener cabeza y aunque podamos
subirlas corriendo y a grandes zancadas, hay que guardar fuerzas, ya
que de otra forma, más tarde nos pasará factura.
Entre
cuestas pequeñas y llanos, llegamos al km 23 sobre la 13:00,
llevamos 2 horas corriendo y llegamos justo para un avituallamiento
especial con sandwich, donut, fruta y a continuar. Pasamos los
primeros 33-34 km hasta que llegamos a Arriate y comenzamos la brutal
subida que me pasa factura casi todos los años. Este año no iba a
ser menos, entre el calor, y la dureza de la subida, vomito en varias
ocasiones. Hasta que finalmente corono la cima y llego al km 38 al
avituallamiento del Cortijo del Polear, donde al igual que el año
pasado tuve que hacer una parada más larga de lo normal para
recuperar fuerzas, refrescarme del calor y la subida brutal,
finalmente estuve unos 10-15 minutos tumbado echándome agua por la
cabeza, hasta que me encontré mejor. En esta subida, había cogido
mi paso y había dejado atrás al resto del grupo con el que comencé
la carrera, y justo cuando iba a reemprender el camino, llegaron de
nuevo el resto de participantes de El Viso y de Mairena, y ya nos
vamos todos juntos.
Continuamos
con una bajada y con un poquito de llaneo hasta llegar a Alcalá del
Valle, donde otro año más me esperaba mi padre, hacemos una parada
más larga de lo normal, nos tomamos un Aquarius (otros una
cervecita) en un bar y continuamos con la brutal subida que hay al
salir de Alcalá del Valle.
De
nuevo otro poquito de llaneo y algunas bajadas hasta llegar a Setenil
de las Bodegas, donde nos tomamos una cervecita y donde estuvimos
esperando una hora de cola estando de pie, para poder recoger
nuestras mochilas y que no nos sentó muy bien después de la paliza
que llevábamos encima. No había elección ya que debíamos coger el
frontal, eran ya las 20:00 y se estaba echando la noche o se echaría
en breve, pero ya habíamos dejado atrás 58 km.
Me
desmarco en el km 60-65 siendo ya de noche, durante una subida al
cortijo Charco Lucero. La noche ya se había echado encima, y costaba
ver el terreno con dificultad. Es difícil saber si a escasos metros
tienes una cuesta o no, y también incluso ver si vas por la senda
correcta. Te puedes orientar por un reguero de lucecitas rojas
intermitentes, que nos reparte la organización en el avituallamiento
de Setenil. Y por algunos fluorescentes colgados en los árboles. En
este punto ya me había desmarcado del grupo, había algunas subidas
en las que no podía parar, de haberme parado a esperar corría el
riesgo de quedarme colgado a mitad de las cuestas. Una vez llegaba
arriba, esperaba unos minutos, por si aparecían algún conocido,
pero decidí continuar tras varios minutos de espera.
Casi
sin darme cuenta, consigo llegar a la cima y comienza la brutal
bajada que me dejó secuelas en la pasada edición y que me provocó
la retirada, en la que en apenas 3 km pasamos de los 920-930 metros
de altitud hasta los 560-570 metros de altitud. Conociendo esto,
afronto la bajada con tranquilidad. Tras la brutal bajada, un poco de
terrenos con poco desnivel, sin grandes subidas ni bajadas, que me
permite correr, aunque la verdad que se veía poco o nada, y muchos
corredores, que iban andando a los que voy adelantando y pidiendo
paso, me miran con cara de asombro.
Entre
una cosa y otra, consigo llegar al Cuartel de la Legión, donde un
año más estaba mi padre a la entrada al cuartel, me paro un minuto
para comentar cómo iba y continúo hacia el avituallamiento. No me
paro para comer, debido a la mala experiencia del año pasado, así
que simplemente recojo mi mochila, me cambio de camiseta por la de
manga larga, eran ya las 1:00 de la mañana, un poquillo más tarde
que el pasado año, pero teniendo en cuenta el tiempo perdido en
Setenil en la recogida de mochilas, consideré que iba bien de tiempo
(dentro de lo que cabe).
En
esta ocasión me tomo una barrita energética, un poco de agua y a
continuar, algo había que echarle al cuerpo, no tenía muchas ganas
de comer, así que pasé de pararme a cenar, había pasta y papas
aliñás. Es importante comer y beber, aunque no se tenga ganas, ya
que más tarde casi sin darte cuenta puede pegarte el bajón, y más
vale prevenir.
Al
poco de salir del cuartel, comienza una de las subidas más brutales,
por no decir la más brutal de toda la carrera, la famosa subida a la
ermita de Montejaque. (¿Quién coño sube hasta ahí de romería? Y
si suben seguro que no van cargaos de botellines como en la nuestra,
jeje). Y también brutal la bajada desde la ermita hasta el pueblo de
Montejaque. La subida y bajada a la ermita son brutales, en apenas
7-8 km se pasa desde los 450m metros de altitud hasta los 750m y otra
vez hasta los 420m, y todo eso después de llevar ya 82-83 km en las
piernas. Paso por el avituallamiento de Montejaque, sobre las 3:30 o
4:00 de la mañana, el pueblo estaba desierto pero había un par de
figuras haciendo botellona y con el musicón a tope en el coche
animando a todo el que pasaba por allí, de echo era los únicos que
había en el pueblo, junto con el tío de protección civil, que
tenían al lado con cara de muy mala hostia.
A
estas alturas estaba ya completamente sólo, llegué a Benaoján y
afrontaba otra de las subidas más brutales de la prueba, y ya en el
km 86-87. No tenía muchos dolores, me dolían los empeines, supongo
que arquear un poco la planta con tanta bajada de cuesta.
Los
últimos kilómetros se me hacen eternos, no por cansancio sino por
las ganas de llegar, y a ello se suma el hecho de ver ya Ronda en lo
alto, y ver cómo nos mandan de una a otra parte, de un camino a
otro, y me desespero, porque quiero comenzar ya la subida hasta la
ciudad y terminar de una vez. Pero no, seguimos por un camino y otro
rodeando Ronda, hasta que finalmente, con claridad en el cielo, y
escuchando a varios gallos anunciando la llegada del alba, por fin
comienzo la conocida como la “Cuesta del Cachondeo”. Una brutal
subida, con escalones empedrados, que nos llevan desde lo más bajo
de Ronda hasta lo más alto. Pero de las ganas de llegar, comienzo a
correr para asombro de los participantes que me rodeaban y a trote
rápido finalmente una vez finalizada la cuesta del cachondeo, llego
a la calle principal de Ronda, que cruza el famoso puente, y afronto
la última recta para llegar a meta. Ya no me duele nada, pliego mis
bastones y comienzo de nuevo a correr y ya no paro hasta que una
intrusa se abalanzó sobre mí, a falta de 10 metros para la meta.
Finalmente cruzo la linea de meta en un tiempo de 20 horas 27 minutos
y 6 segundos y consiguiendo un reto que me propuse hace 4 años y que
me ha llevado 3 participaciones para poder hacerlo realidad.
Conclusión:
los 101 Kilómetros de Ronda son una prueba muy exigente.
Pide muchos y variados recursos: saber entrenar, elegir material y
vituallas, disponerlos, dosificarse o arriesgar…incluso saber
renunciar. Y los dos años anteriores en los que tuve que abandonar
la prueba me han servido de referencia para poder preparar y
conseguir finalizar una prueba tan exigente como esta.