El amarillo de Vasos Largos se dejaba ver de nuevo
por Los Rosales para disputar la primera edición de una carrera nocturna organizada
por la hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Señora del
Patrocinio (si quieren saber más datos de esta cofradía, como historia, pasos,
bandas, día que estaciona, por qué hacen esta carrera… no duden en llamar a
Francisco Cadenas). Lo que sí puede constatar este cronista es que nuestra
última visita por estos recónditos lugares acabó con un tornado arrasando algún
que otro inmueble por El Viso y varios miembros de este querido club cogieron una
descomunal mojada a la vez que completaban la prueba de Tocina que organiza igualmente otra cofradía, en esta ocasión la
de Vera Cruz. Como esta vez se preveía que no iba a llover ni a ventisquear,
allí se encajó una importante representación amarilla aunque he de reconocer
que algunos tenían en todo momento la mente puesta más en la comilona del
después que en la propia carrera.
Nuestro aterrizaje en Los Rosales se produjo de
forma escalonada. Tomó el liderazgo Felix y toda su tripulación (Kisko, Dani,
Sandra y Silvia). Impusieron sobre cuatro ruedas un ritmo imparable y desafiando
las curvas de una peligrosa carretera. Puede que a ello se debiera que a la
vuelta regresaran con menos luces en el coche que alguna que otra calle del
circuito por la que discurrió esta nocturna. Poco después llegaba un servidor
junto a Aurora y Cristina y enseguida el resto de la dotación. Al llegar a la
recogida de dorsales supimos que no habría más de doscientos corredores
participando en la prueba. A la espera de su comienzo, un inigualable speaker
amenizaba la zona con el sonido del estruendo de un disparo (nos hizo saber que
entonces podríamos empezar a correr, si bien ni él sabía ni siquiera qué
dirección tomaría la prueba). Como suele ser habitual en el amarillo de Vasos
Largos, mucha cháchara en las previas a las carreras, muchas posturitas en las
fotos, pero pocos estiramientos. Solo Diego Vergara se dejó ver por el asfalto
minutos antes, y también un servidor (en mi caso para probar la planta del pie
puesto que hasta Los Rosales me encajé infiltrado consecuencia de una
bursitis). Minutos antes de la salida, una atleta se posiciona justo detrás de
mí. No nos conocíamos de nada, pero algo en común teníamos: nuestras zapatillas
voladoras. Mismo color, mismo cordón… Sin apenas darnos cuenta, comienza la
prueba. Había que ir hasta Tocina para después volver. En algunos momentos el
calor del público se agradeció; en otros, la oscuridad de la noche, la soledad
de las calles y el despiste de algunos
voluntarios casi acaban equivocando a algún que otro miembro de los Vasos
Largos. El primero en llegar, como era de prever, fue Diego Vergara. Noche redonda
la suya: lideró a nuestro club en la prueba y también lideró la ingesta de
hamburguesas en la comilona. Si corrió a una media de 3,46 el km, pudo engullir
hamburguesas a un promedio de dos o tres por hora. Poco después entraba en meta
su hermano Paco, que completó el circuito a un ritmo de 4,04 el km. Casi todo el
recorrido estuvo acompañado de Juanjo pero en los instantes finales se
separaron. El tercer amarillo en atravesar la meta fue este humilde cronista. Completé
la prueba del estreno de mis zapatillas a una media de 4,26 el km. La bursitis
se camufló durante los 9 km de la prueba y las voladoras hicieron el resto. Dos
pájaros viejos de Dos Hermanas quisieron jugármela. Nos quedamos en zona de
nadie desde la mitad del recorrido. Fueron hablando y relevándose para dejarme
atrás, pero motivado soy peligroso. Esperé mi momento y mi sprint final no tuvo
respuesta. Como recompensa, me pasé de frutos secos en la comilona. Y también
de cubatas, aunque hubo uno que me sirvió el señor Felix que ni él mismo supo
qué me echó. Me la jugué (o me la jugaron). El cuarto en discordia fue Germán,
quien también estrenaba unas relucientes zapatas. Completó el recorrido a una
media de 4,37 el km. Casi pisándole los talones, Dani Mama, quien corrió sin
despeinarse y con las dos orejas puestas en el partido de España ante Uruguay
del mundial sub-20 donde jugaba su
representado Israel Puerto. El siguiente en cruzar la meta, el señor Chendo. Antes
de la carrera puso la excusa de que llevaba doce horas trabajando. Se le dio
por válida cuando supimos de su meritorio tiempo: 4,47 el km. Todavía faltaban
tres amarillos más por entrar. Dos de ellos lo hicieron de la mano: Felix y
Kisko. El primero de ellos, desmotivado al máximo, no hubo un solo metro de la
carrera en el que no se estuviera acordando de los cubatas que iba a ingerir
una vez diera comienzo nuestra comilona de fin de temporada. El segundo sigue
progresando a un ritmo vertiginoso y en la comida también se destapó haciendo
de masterchef. Los dos hicieron la prueba a 5,30, nueve segundo menos por km que
Dani, que en su sacrificado esfuerzo en beneficio de nuestro club casi se deja
por el recorrido alguna que otra uña de su pie.
Una vez llegamos todos pusimos
rumbo a la ya mencionada comilona con la que se daría por clausurada esta
temporada. Ya se ha ido dando alguna que otra pincelada durante estas líneas,
pero sepan que pasó más: desde el intento de acoso en la ducha hacia mi persona
del señor Felix hasta los amagos de buceo de Maldini que sirvió para constatar
de que está tiraito últimamente; desde los tiros a canasta desde el perímetro
de Tena y Zurdo hasta las travesuras del pasado relatada en primera persona por
Lopa. Las mujeres, las únicas en dar seriedad a aquello. La temporada llega así
a su final. Descansen, descansemos. Nos lo hemos merecido. Vasos Largos
regresará a la competición tras el verano. Sean felices.
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