Una montaña rusa en Caldes (20º Carrera de Montaña del Farell)
2º bajo cero nos
esperaban a nuestra hora de llegada al pueblo barcelonés de Caldes
de Montbui, cosa de la que pronto nos dimos cuenta al ver los campos
cercanos al municipio completamente cubiertos de hielo.
Una vez en el municipio,
localizamos aparcamiento cerca de la zona de partida de la carrera,
el frío era bestial, había coches y zonas de la calzada cubiertas
completamente de capas de hielo.
Tras abrigarnos bien, nos
dirigimos al lugar donde se recogía la camiseta-obsequio de la
carrera y nuestro dorsal, luego, todavía con la ropa de abrigo
puesta, nos dedicamos a pasear por los alrededores pensando si
utilizaríamos una camiseta térmica o simplemente la camiseta
oficial del club. Al final y recordando aquella dura carrera que
corrimos las navidades pasadas en Castilblanco y las veces que me
recordaron mis amigos Paco y Lopa 'la calor' que pasé (y doy fe de
que la pasé), decidí retar a las inclemencias del tiempo y me
presenté en la linea de salida con la camiseta de mangas cortas
(fuimos pocos los atrevidos).
'La cursa', que en un
principio tenía 13,2 km y que posteriormente nos indicaron que por
problemas con las autoridades a la hora de cortar una carretera, paso
a tener 14km se nos presentaba tan ilusionarte como dura.
A las 10 en punto se dio
el pistoletazo de salida, el cuerpo estaba congelado, pero a los
pocos metros de empezar a correr y tras un pequeño descenso, nos
dimos cuenta que ésto no duraría mucho. A 100 metros de la salida
empezó nuestro 'calvario': primero comenzamos con una subida de unos
500 metros con una pendiente que compararía con la de la calle 'el
Conde' de nuestro pueblo, al finalizar ésta, giramos a la derecha y
comenzamos con el ascenso a la segunda calle, la cual compararía a
la calle Carmona de el Viso, este tramo tendría una longitud de unos
100 metros, y luego, al finalizar la calle y girar a la izquierda,
vino la peor parte del primer tramo: un ascenso de unos 100 metros
por una calle con una pendiente similar a la calle Nueva, un ascenso
de éstos que casi te obligan a poner las manos en el suelo, lo que
junto a tener las piernas frías, hizo que pronto se pudieran ver
corredores caminando. Al finalizar esta mortífera calle, al fin
llego un tramo en llano de unos 300 metros donde, el único problema
que había, era el piso de empedrado, que junto a las ya maltrechas
piernas nos hacía pasarlo mal, provocando que muchos, entre ellos
yo, decidiéramos subirnos al acerado, acerado que estaba cubierto,
por zonas, de capas de hielo, produciéndose los primeros resbalones,
que fueron pocos gracias a los avisos de los propios vecinos del
pueblo que se encargaron de alertarnos de las zonas heladas.
Tras acabar la calle en
llano y pasar por un pequeño puente sobre un río, comenzó la
carrera sobre tierra. Los primeros metros se llevaron a cabo sobre un
falso llano que nos permitió hacernos al nuevo tipo de piso. Tras
ésto y hacer un pequeño giro a la derecha(sería el km 2,5)
comenzamos con el temido ascenso.
El recorrido, el típico
lugar donde se abrió camino el agua dejando todo tipo de cantos y
piedras, se hacía por veces duro, ya que no te permitía ni unos
metros de descanso, lo cual era solo un aviso que lo que nos estaba
esperando luego.
Al llegar al punto
kilométrico número 4, con las piernas hinchadas, ya dentro de un
frondoso bosque, comenzamos a subir una larga y dolorosa cuesta(3
kilómetros) de extraordinaria dureza que hizo que varios de los
corredores de mi categoría (de los malos) se fueran parando y
decidieran subir a la cima caminando, cosa que casi puede conmigo y
hace que yo también hiciera lo mismo, pero al final entre mi fuerza
de voluntad y el conocimiento de que tras al ascenso habría un
descenso prolongado, provocaron que no lo hiciese.
Durante este ascenso
había pequeños tramos que eran durísimos, sobre todo aquellos que
dibujaban una curva cerrada en los que el sufrimiento hacía que casi
no vieras ni las abundantes piedras del suelo.
Cuando llegamos (como
buenamente pudimos) al kilómetro 6'9, nos encontramos a gente de
organización dándonos ánimos y avisándonos de que en pocos metros
tendríamos avituallamiento y comenzaría el descenso, lo que solo
escucharlos nos dio una sensación de alívio indescriptible.
En el km 7, tras coger
una botella de agua, comenzó una bajada vertiginosa con gran
cantidad de piedras sueltas y pequeñas capas de hielo que aún no
habían sido consumidas por los rayos del sol, hicieron que viéramos
varias caídas, algunas con peores resultados que otras, lo que,
unido a que teníamos más miedo que un gusano en un gallinero,
provocó que perdiésemos algunos puestos en la clasificación.
Al acabar la bajada
(estaba deseando), salimos a un pequeño tramo de carretera en plano,
después de éste, nos indicaron un pequeño camino de tierra por
donde de nuevo comenzamos otra bajada con las mismas características
y resultados que la anterior (magullados y perdida de posiciones por
nuestra parte), la que desembocó en la entrada de un pequeño
sendero de los típicos que todos hemos caminado por la sierra y
donde solo se puede pasar de uno en uno, comenzando aquí la última
gran subida, la cual, aunque fue muy pronunciada, la belleza del
entorno, el estar intentando saltar, en lo posible, una gran cantidad
de charcos, y el haberme unido a un buen grupito de gente (una
asociación de corredores que preparan la maratón de nueva york),
hicieron que no se hiciera tan dura como la anterior.
Durante esta bonita
travesía, dimos varios saltos de casi un metro sobre escalones
naturales, pasamos por varios charcos y esquivamos multitud de ramas,
acabando en una pista forestal más amplia que llegaba a la cumbre.
Luego (km10) comenzó el
peor descenso, el cuerpo iba solo, no veía las piedras ni los baches
del camino, y, por supuesto, se produjeron múltiples caídas, en una
de ellas, vimos un 'chorreón' de sangre en el suelo y, tras unos
metros, un hombre tirado con toda la cara llena de sangre atendido
por unos sanitarios, y es que con estas bajadas poco pasó para lo
que podía haber pasado.
El descenso llegó hasta
el pueblo de Caldes, donde, antes de entrar en él, vimos el cartel
de 14km(se suponía que era el total) y seguimos corriendo entre
olivares hasta llegar al cauce de un río al cual bajamos por un
escalón en el que casi ponemos el trasero en el suelo, una vez abajo
corrimos por la orilla del riachuelo pasando por multitud de placas
de hielo, lo que provocó nuevas caídas, hasta llegar de nuevo a
otro escalón(para arriba ahora) que nos sacaría de allí y nos
metería en el núcleo urbano donde iniciamos un pequeño ascenso que
nos llevó a la meta.
En conclusión una
preciosa pero durísima carrera, marcada por el frío intenso,
ascensos y descensos de locura, buena organización(excepto por la
variación de distancia) donde pudimos ver equipos médicos cada
pocos kilómetros y un tiempo(el nuestro) que, dadas las circunstancias y las
características del corredor, nos pareció magnífico.
Tiempo 1:23:33 (5:58 m/km)
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