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lunes, 3 de diciembre de 2012


Una montaña rusa en Caldes (20º Carrera de Montaña del Farell)

2º bajo cero nos esperaban a nuestra hora de llegada al pueblo barcelonés de Caldes de Montbui, cosa de la que pronto nos dimos cuenta al ver los campos cercanos al municipio completamente cubiertos de hielo.

Una vez en el municipio, localizamos aparcamiento cerca de la zona de partida de la carrera, el frío era bestial, había coches y zonas de la calzada cubiertas completamente de capas de hielo.


Tras abrigarnos bien, nos dirigimos al lugar donde se recogía la camiseta-obsequio de la carrera y nuestro dorsal, luego, todavía con la ropa de abrigo puesta, nos dedicamos a pasear por los alrededores pensando si utilizaríamos una camiseta térmica o simplemente la camiseta oficial del club. Al final y recordando aquella dura carrera que corrimos las navidades pasadas en Castilblanco y las veces que me recordaron mis amigos Paco y Lopa 'la calor' que pasé (y doy fe de que la pasé), decidí retar a las inclemencias del tiempo y me presenté en la linea de salida con la camiseta de mangas cortas (fuimos pocos los atrevidos).


'La cursa', que en un principio tenía 13,2 km y que posteriormente nos indicaron que por problemas con las autoridades a la hora de cortar una carretera, paso a tener 14km se nos presentaba tan ilusionarte como dura.


A las 10 en punto se dio el pistoletazo de salida, el cuerpo estaba congelado, pero a los pocos metros de empezar a correr y tras un pequeño descenso, nos dimos cuenta que ésto no duraría mucho. A 100 metros de la salida empezó nuestro 'calvario': primero comenzamos con una subida de unos 500 metros con una pendiente que compararía con la de la calle 'el Conde' de nuestro pueblo, al finalizar ésta, giramos a la derecha y comenzamos con el ascenso a la segunda calle, la cual compararía a la calle Carmona de el Viso, este tramo tendría una longitud de unos 100 metros, y luego, al finalizar la calle y girar a la izquierda, vino la peor parte del primer tramo: un ascenso de unos 100 metros por una calle con una pendiente similar a la calle Nueva, un ascenso de éstos que casi te obligan a poner las manos en el suelo, lo que junto a tener las piernas frías, hizo que pronto se pudieran ver corredores caminando. Al finalizar esta mortífera calle, al fin llego un tramo en llano de unos 300 metros donde, el único problema que había, era el piso de empedrado, que junto a las ya maltrechas piernas nos hacía pasarlo mal, provocando que muchos, entre ellos yo, decidiéramos subirnos al acerado, acerado que estaba cubierto, por zonas, de capas de hielo, produciéndose los primeros resbalones, que fueron pocos gracias a los avisos de los propios vecinos del pueblo que se encargaron de alertarnos de las zonas heladas.


Tras acabar la calle en llano y pasar por un pequeño puente sobre un río, comenzó la carrera sobre tierra. Los primeros metros se llevaron a cabo sobre un falso llano que nos permitió hacernos al nuevo tipo de piso. Tras ésto y hacer un pequeño giro a la derecha(sería el km 2,5) comenzamos con el temido ascenso.

El recorrido, el típico lugar donde se abrió camino el agua dejando todo tipo de cantos y piedras, se hacía por veces duro, ya que no te permitía ni unos metros de descanso, lo cual era solo un aviso que lo que nos estaba esperando luego.

Al llegar al punto kilométrico número 4, con las piernas hinchadas, ya dentro de un frondoso bosque, comenzamos a subir una larga y dolorosa cuesta(3 kilómetros) de extraordinaria dureza que hizo que varios de los corredores de mi categoría (de los malos) se fueran parando y decidieran subir a la cima caminando, cosa que casi puede conmigo y hace que yo también hiciera lo mismo, pero al final entre mi fuerza de voluntad y el conocimiento de que tras al ascenso habría un descenso prolongado, provocaron que no lo hiciese.

Durante este ascenso había pequeños tramos que eran durísimos, sobre todo aquellos que dibujaban una curva cerrada en los que el sufrimiento hacía que casi no vieras ni las abundantes piedras del suelo.

Cuando llegamos (como buenamente pudimos) al kilómetro 6'9, nos encontramos a gente de organización dándonos ánimos y avisándonos de que en pocos metros tendríamos avituallamiento y comenzaría el descenso, lo que solo escucharlos nos dio una sensación de alívio indescriptible.

En el km 7, tras coger una botella de agua, comenzó una bajada vertiginosa con gran cantidad de piedras sueltas y pequeñas capas de hielo que aún no habían sido consumidas por los rayos del sol, hicieron que viéramos varias caídas, algunas con peores resultados que otras, lo que, unido a que teníamos más miedo que un gusano en un gallinero, provocó que perdiésemos algunos puestos en la clasificación.


Al acabar la bajada (estaba deseando), salimos a un pequeño tramo de carretera en plano, después de éste, nos indicaron un pequeño camino de tierra por donde de nuevo comenzamos otra bajada con las mismas características y resultados que la anterior (magullados y perdida de posiciones por nuestra parte), la que desembocó en la entrada de un pequeño sendero de los típicos que todos hemos caminado por la sierra y donde solo se puede pasar de uno en uno, comenzando aquí la última gran subida, la cual, aunque fue muy pronunciada, la belleza del entorno, el estar intentando saltar, en lo posible, una gran cantidad de charcos, y el haberme unido a un buen grupito de gente (una asociación de corredores que preparan la maratón de nueva york), hicieron que no se hiciera tan dura como la anterior.

Durante esta bonita travesía, dimos varios saltos de casi un metro sobre escalones naturales, pasamos por varios charcos y esquivamos multitud de ramas, acabando en una pista forestal más amplia que llegaba a la cumbre.

Luego (km10) comenzó el peor descenso, el cuerpo iba solo, no veía las piedras ni los baches del camino, y, por supuesto, se produjeron múltiples caídas, en una de ellas, vimos un 'chorreón' de sangre en el suelo y, tras unos metros, un hombre tirado con toda la cara llena de sangre atendido por unos sanitarios, y es que con estas bajadas poco pasó para lo que podía haber pasado.

El descenso llegó hasta el pueblo de Caldes, donde, antes de entrar en él, vimos el cartel de 14km(se suponía que era el total) y seguimos corriendo entre olivares hasta llegar al cauce de un río al cual bajamos por un escalón en el que casi ponemos el trasero en el suelo, una vez abajo corrimos por la orilla del riachuelo pasando por multitud de placas de hielo, lo que provocó nuevas caídas, hasta llegar de nuevo a otro escalón(para arriba ahora) que nos sacaría de allí y nos metería en el núcleo urbano donde iniciamos un pequeño ascenso que nos llevó a la meta.


En conclusión una preciosa pero durísima carrera, marcada por el frío intenso, ascensos y descensos de locura, buena organización(excepto por la variación de distancia) donde pudimos ver equipos médicos cada pocos kilómetros y un tiempo(el nuestro) que, dadas las circunstancias y las características del corredor, nos pareció magnífico.


Tiempo 1:23:33 (5:58 m/km)

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