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martes, 15 de octubre de 2013

Jamón para unos, mortadela para otros




Cinco de los amarillos de Vasos Largos se presentaron por tierras onubenses para desafiar los casi 22 kilómetros que separan Jabugo de Aracena en una nueva edición de la Ruta del Jamón, una prueba de envergadura con un trayecto de los que mete miedo no tanto por su extensión y sí por las rampas: cerca de 15 kilómetros hacia arriba. Para colmo, en este 2013 tocaba la versión más dificultosa de la carrera: salida desde Jabugo, cuesta abajo, y llegada a Aracena, también con el asfalto favorable, pero por entre medio había que atravesar lo más duro, sobre todo al paso por poblaciones como Fuenteheridos y Galaroza. La prueba daba comienzo a las diez de la mañana, por lo que al filo de las siete y media de la mañana partíamos rumbo a Jabugo. Lo hacíamos en dos coches: los hermanos Vergara, en uno, y Maldini, Zurdo y quien escribe, en el otro. Mala elección la de este servidor porque ese trayecto de ida fue utilizado por Maldini y Zurdo para hundir la moral de este humilde atleta, que por vez primera comenzó a correr sin motivación ante la estrategia utilizada por estos dos feroces corredores, que se limitaron a expresar frases del tipo: “Yo sé de uno que vino a esta prueba una vez y ya no ha repetido más” “Aquí hay que correr con cabeza, que esta prueba es más dura incluso que la maratón”. Pero más sucio jugó un tal Manuel Alcaide, quien durante días previos llegó incluso a decirme, tanto en persona como por móvil, lo siguiente: “Carlos, ¿a cuánto vas a ir? Yo voy a ir contigo tranquilo, no quiero forzar”. Inocente de mí. Ni 20 metros duró a mi lado. Aunque aún tenía otra guardada bajo la manga. La meta ya se vislumbraba y junto a él sudaban Paco Vergara y Zurdo. De repente exclamó al cielo que prefería dejar de tirar del grupo para recuperar, pero todo era pura estrategia. Se escondió atrás para, por momentos, chupar rueda y cuando cogió a sus compañeros de equipo mirando hacia el tendido (maravilloso el verde paisaje de la sierra onubense), pegó un descomunal ataque que dejó con la boca abierta a sus compañeros de carrera. Alguno que otro ya se lo dijo en línea de meta, pero yo se lo vuelvo a recordar: “Maldo, eso no es de amigo”. Un ataque que deja en pañales al que un servidor dio en su día. Ya por entonces el primero de los amarillos, Diego Vergara, había atravesado línea de meta con un tiempo de 1 hora y 32 minutos. Este sí que se mereció el jamón que todo corredor degustó. Varios minutos después llegaron, y en este orden, Maldini, Paco y Zurdo, si bien estos dos aún estaban atónitos ante lo que acaban de presenciar. Y con la nobleza de la carrera ya degustando el maravilloso jamón de Jabugo, por atrás aún continuaba en el asfalto el masivo grupeto de los corredores populares. Entre sus miembros, uno que destacó por encima del resto. Eso sí que fue, en toda regla, un paseo: 1 hora y 54 minutos y sin haber cenado nada la noche antes y con las distancias largas en el olvido desde que se consagró en el maratón. Claro que había trampa: este tío se conocía el terreno por sus experiencias amorosas de antaño. Acababa la prueba y tocaba disfrutar, pero todavía quedaba la última de las jugarretas: ahora fue Zurdo quien, en otro regate a la estrategia, dejó a un servidor sin agua caliente en la ducha. Ello derivó en un retraso generalizado, como si de La Macarena se tratase a su paso por La Campana,  en el viaje de regreso. Eso, claro está, y otras cosas que es mejor no mencionar por aquí. Lo demás, ya se lo pueden imaginar: un homenaje, más que merecido, por lo conseguido. Y ahora con un toque de seriedad y para acabar: enhorabuena a todos por los tiempos. Sois, somos, muy grandes.

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